jueves, 24 de enero de 2013

Apropiacionismo y Sherrie Levine


Apropiacionismo

Como movimiento artístico surge a finales del siglo veinte, a lo largo de la Historia son muchos los ejemplos de apropiación.

Este término fue acuñado por el crítico de arte Douglas Crimp, que invitó a artistas que no trabajaban con imágenes originales, sino de las que se apropiaban de otros autores para jugar con ellas y crear una nueva narración. Crimp consciente de que esos artistas se salían del marco artístico del momento, pensó que era necesario crear un término que los caracterizara. Había que poner un nombre a este movimiento artístico y ese es apropiacionismo.

El apropiacionismo es uno de los movimientos más polémicos que trae la posmodernidad. No es el arte por el arte. Los artistas se apropian de elementos de otras obras para crear una última obra completamente nueva a la que se re-contextualizará dándole un nuevo significado. Prima el elemento de la narración.

Estos artistas apropiacionistas justifican su arte diciendo que los estudiantes de arte siempre han aprendido copiándose, con la imitación. Toda obra tiene sus influencias, incluso en las ciencias. En la Edad Media la música se solía componer basándose en otras canciones ya existentes. Hay obras de arte y creaciones de Leonardo Da Vinci creadas a partir de la apropiación de ideas y creaciones de distintas áreas del conocimiento, como el arte y la biología. El movimiento dadaísta destacaba por su apropiacionismo de revistas, periódicos e incluso otras obras de arte, como uno de sus mayores exponentes, Marcel Duchamp, hizo con la Mona Lisa. La apropiación siempre ha existido, siempre.

Pese a estas reivindicaciones, la polémica sobre el plagio, hace que el reconocimiento artístico de este movimiento se deteriore.  Esto es un debate que aún está abierto, donde hay mucha controversia con respecto a los derechos de autor y el copyright. Con Andy Warhol, En la década de los sesenta, ya se había enfrentado a distintas demandas por su uso de fotografías en sus serigrafías. Mientras sus detractores critican que no se trata de ningún arte, sino de plagio sus defensores lo niegan ya que al haber una re-contextualización el significado cambia y, por tanto, la obra también: es una obra diferente. Se reivindica la imagen y su forma de interpretarla.

Sherrie Levine

Nació el 17 de Abril de 1947 en Hazleton, Pennsylvania, EE.UU. Fotógrafa y artista conceptual.

Recibió su Bachelor of Art en la Universidad de Wisconsin, Madison en 1969. En 1973 gana un Master en Bellas Artes en la misma institución.

Su primera obra destacada fue Shoe Sale en 1977, Levine pondría setenta y cinco pares de zapatos pequeños, tamaño de niños pero con estilo de hombres, que había encontrado por casualidad en un especial en la tienda Tres Mercer Street.

Muchos de sus trabajos vienen de varias apropiaciones directas de imágenes creadas. Levine es uno de los principales miembros de una generación de artistas que, comienzan a explorar asuntos como los de la originalidad, autenticidad y autoría, característicos de lo que más tarde ha venido a llamarse neo-conceptualismo. Primero genero críticas por su trabajo en los años 80, cuando formo parte de un emergente grupo junto a otros artistas conceptuales incluidos Jenny Holzer, Richard Prince, Cindy Sherman y Barbara Kruger. Uno de sus trabajos más famosos es”After Edward Weston” exhibida en 1980 en el Metro Pictures Gallery.

 

Esta obra consintió en re-fotografiar las fotografías del famoso Walker Evans desde un catalogo de exhibición, y fue presentado como un trabajo artístico de Levine sin ninguna manipulación de las imágenes. En estas fotografías de Evans, Levine pone en cuestionamiento la identidad y la política de usos de las imágenes, la naturaleza de la creatividad y como el contexto modifica la forma de ver el arte.

 

Levine cuestiona la idea que entendemos por arte y el concepto de autoría. Sus obras han sido interpretadas como un comentario a la muerte de la modernidad y sus ideales, las nociones de originalidad artística, la autenticidad y la autonomía del objeto artístico y su estatus como una mercancía. Re-fotografiando grandes artistas como Edward Weston y Walker Evans, que no son escogidos al azar, sino que de esta forma busca transmitir el mensaje. Ella no cuestiona al autor sino al propio concepto de autoría, o visto de otro modo al concepto de original (y copia).

En 1979 Levine realizó ocho collages a partir de obras de Leonard Feininger, fue la primera vez que se apropió de las fotografías de otro artista. Ese mismo año refotografió seis de los desnudos masculinos de Edward Weston, así como algunos de los paisajes de Eliot Porter. Dos años después, su exposición individual en la galería Metro Pictures provocó, por la novedad de su propuesta, el debate en el medio artístico neoyorquino.

En ella presentó sus reproducciones de la serie fotográfica W.P.A. Depression Series de Walker Evans.

Levine en sus apropiaciones,  resignifica la obra de grandes maestros del arte -siempre hombres- y niega las nociones tradicionales de originalidad y autoría, que han sido paradigmáticas del concepto patriarcal de vanguardia y al mismo tiempo se interroga sobre la idea de propiedad y el proceso de fetichización que sufre toda obra de arte por el mero hecho de llevar inscrita una firma.

 

En 1983 presentó copias en acuarela de láminas que reproducían cuadros de algunos de los grandes héroes de las vanguardias históricas como Miró, Léger, o Stuart Davis. Crea copias de copias, que no eran reproducidas por un medio mecánico, sino que retomaban la cualidad artesanal y sensual de la pincelada y el trazo.

Considerando que en su obra estaba quedando reprimido algún aspecto, decide abandonar por unos años el apropiacionismo y crea una serie de pinturas que, como ella misma explica, “tuvieran que ver no sólo con la historia del arte, sino también con la historia personal y la memoria. Quería hacer pinturas que fueran formales y alegóricas al mismo tiempo”. A este grupo pertenecen su serie de tablas de madera manufacturadas cuyos nudos han sido dorados, los lienzos con franjas geométricas de color de 1985, que se inspiran en las pinturas minimalistas de las que se avergonzaba cuando era estudiante, y su posterior derivación hacia la representación de tableros de juego.

 

Después de estas series pictóricas vuelve a las estrategias apropiacionistas de sus primeras obras introduciendo el uso del ordenador como en Meltdown o llevándolas también a las tres dimensiones y así ha dado cuerpo a las figuras de los solteros de Le grand verre de Duchamp, ha hecho fundir en bronce urinarios similares al de Fountain del mismo artista, y ha mandado construir seis mesas de billar idénticas inspiradas en La Fortune de Man Ray. S. R.

 

En cuanto a sus influencias la encontramos en After Atget. Éste fue uno de los primeros en reconocer que la fotografía tenía su propio lenguaje, y que era un medio independiente y autónomo, alejándose de los presupuestos pictoralistas.  Atget murió sin el reconocimiento público que mereció en vida, excepto por el que le tributaron las primeras vanguardias que le revistieron de un aura heroica. Fotografió algunas de las obras de artistas como Derain, Braque o Utrillo, adelantando sin intención una de las estrategias reproductivas de la propia Levine, también íntimamente relacionado con otro concepto que importa mucho a Levine: el de memoria.

 

Uno de los principales intereses de Atget fue fotografiar monumentos, edificios y situaciones que estaban a punto de extinguirse. Tenía una conciencia histórica de su trabajo. Levine, eligiendo este tipo de obras y de artistas, evidencia, re-significándolos a través de su mirada, el carácter de construcción cultural de la historia del arte contemporáneo, que ha primado un concepto de vanguardia patriarcal del que las mujeres fueron excluidas.

 

El apropiacionismo le sirve a Levine para explorar su relación con las obras y los autores que elige, una relación que, en ocasiones, ha definido como edípica. Para Levine este método tiene una cualidad mágica: son dos imágenes superpuestas que aspiran a establecer una lectura alegórica del trabajo. Es el espectador el que se ve obligado a reconstruir el significado que para ella tienen estas fotografías y a establecer, además, su propio vínculo con ellas. Levine hace suyas las ideas de Roland Barthes sobre la muerte del autor y considera que “el nacimiento del espectador debe ser a costa del pintor”, o, en este caso, del fotógrafo.

 

Ya por ultimo decir que todas estas es el listado de sus exposiciones, tanto en solitario como en conjunto, que nos denota su gran trabajo y que a pesar de la polémica por los derechos de autoría ella sigue reivindicando este estilo con todas estas obras.

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